A veces, cuando observamos cómo aprenden los niños, nos damos cuenta de que, aunque sea evidente, a menudo queda diluido entre deberes, exámenes y agendas: educar no solo es transmitir conocimientos, sino acompañar en la construcción de personas.
Y esta tarea tan importante no se da únicamente dentro del aula, ni acaba en los libros. Se manifiesta cuando un niño toma una decisión por sí mismo, cuando se atreve a preguntar “¿por qué?”, o cuando es capaz de decir “no” a aquello que no le parece justo. Se da en medio de una conversación con amigos en un momento difícil, en el valor de expresar lo que siente, o en la duda que se atreve a compartir, aunque no sepa la respuesta.
Educar para ser quiere decir entender que el aprendizaje más valioso no siempre cabe en una libreta. Porque saber mucho no implica saber vivir, y lo que deseamos para nuestros hijos e hijas, al final, es que sepan vivir bien: con consciencia, con criterio, con empatía y con libertad.
Pensamiento crítico: la habilidad olvidada
¿Qué significa realmente pensar de manera crítica? No es desconfiar de todo ni ponerlo constantemente en duda. Es aprender a hacerse preguntas, a no quedarse con la primera respuesta. Es desarrollar la capacidad de analizar, de entender diferentes puntos de vista, de revisar las propias ideas y construir de nuevas.
El pensamiento crítico es, en muchos sentidos, un acto de valentía. Porque exige detenerse, mirar más allá y cuestionarse. Y esto no se enseña solo con teoría: se aprende viviendo situaciones reales, donde los niños pueden expresar su voz, equivocarse sin miedo, debatir y explorar.
Sobre todo, se aprende cuando los adultos no damos siempre la solución inmediata, sino que acompañamos en la búsqueda, con paciencia y respeto. Ofrecemos herramientas, no respuestas.
Autonomía: el arte de confiar
Hablar de autonomía es hablar de confianza. De saber dejar avanzar. De permitir el error. No hay autonomía real sin un adulto que diga: “Confío en ti. Estoy aquí si me necesitas, pero puedes intentarlo solo/a”.
Muy a menudo, por amor y para protegerlos, no dejamos que los pequeños tomen sus propias decisiones. Les ponemos el abrigo sin preguntar si tienen frío, les resolvemos el problema antes de lo que puedan afrontar, les decimos qué está bien o qué está mal sin escuchar qué piensan ellos, qué visión tienen al respecto.
Pero para crecer, es necesario experimentar. Decidir. Equivocarse. Corregirse. Volverlo a intentar.
Y no hablamos solo de autonomía práctica - como vestirse u organizar la mochila -, sino también de autonomía emocional y ética: saber qué sienten, qué quieren, qué necesitan y poder expresarlo con respeto. Saber decir “sí”. Saber cuándo hace falta decir “no” y también saber reconocer un “no lo sé” sin miedo.
Educar en todos los tiempos y espacios
El aprendizaje no se detiene al salir del aula. No hay un botón que se apaga en la puerta de la escuela. Por eso, son tan valiosos el tiempo libre, los espacios no estructurados, los alrededores abiertos y vivos como las colonias escolares.
Es en estos casos donde muchos niños descubren quiénes son, sin sentirse constantemente evaluados. Donde aprenden a convivir, a decidir en grupo, a escucharse, a resolver conflictos, a liderar... O sencillamente, a ser ellos mismos.
En Edulonia educamos para ser
Aquí es donde entramos nosotros.
En Edulonia consideramos que el aprendizaje va mucho más allá de un aula. Por eso, en nuestras colonias escolares y actividades de tiempo libre, diseñamos experiencias que invitan a pensar, a sentir y actuar con conciencia.
No damos todas las respuestas. Provocamos preguntas. Proponemos retos. Generamos espacios de diálogos, juegos cooperativos, actividades que requieren toma de decisiones en grupo, capacidad de argumentar, escuchar, negociar. Momentos para la introspección. Y, sobre todo, espacios seguros donde ser uno mismo sea una experiencia agradable y enriquecedora.
Queremos que los niños que participan en nuestras actividades no solo recuerden lo que hicieron, sino también lo que sintieron, lo que pensaron, y lo que llegaron a descubrir de sí mismos y de los demás.
Porque sabemos que un niño que aprende a ser... Sabrá aprender siempre.